lunes, 24 de junio de 2013

En memoria del Marques de Morante: ¿ Cómo era él?


Bien seguro estoy que no hay quien crea que llevo marcada en mi corazón, o donde se guarden los sentimientos más vividos, la fecha de la muerte de ese Marqués. De tanto hurgar en la vida de un personaje es cierto que se le toma cierto cariño, pero no lo suficiente para llorar su desaparición, máxime teniendo en cuenta que han pasado muchos años. Demasiados incluso para un muerto famoso.

Si se trae a colación la fecha de un fallecimiento, o es simplemente la excusa de quien lo hace, para dar publicidad a lo que tiene escrito sobre el difunto, o responde a un verdadero sentir de quien le tuvo afecto o por lo menos le quedó agradecido.

De estos últimos hay pocos y casi siempre de corta duración. En el caso de nuestro Marqués se dio una notable excepción. Éste dejó en su testamento la propiedad de dos casas, una en la calle Carretas, 35, y otra anexa a la misma con entrada por la calle Barcelona, 12, "a Adolfo Chabat y Puysegur a quien he criado y educado desde niño, por el cariño que le profeso". Este legatario, en cada aniversario y mientras vivió, nunca se olvidó de publicar una esquela recordatorio en la prensa del día, con la correspondiente encomienda de misas; obligación que luego heredaron sus hermanas y cumplieron por muchos años (1).

En el primer grupo, el de quienes buscan lectores, me debería incluir yo, si fuera mi intención encauzar al lector a mi blog  http://porlascallesdealcala.blogspot.com.es/2010/11/habiendo-fallecido-en-el-dia-de-ayer-el.html, para que allí leyera lo que en noviembre de 2010  escribí. Pero lo que pretendo es que les interese lo que hoy voy a contarles, que no va a versar sobre la trayectoria famosa del Marqués, sino sobre la persona escondida tras ese título.(2)

¿Cual era el aspecto físico de Joaquín Gómez de la Cortina?. No existe ningún retrato suyo. La única imagen que nos ha llegado pertenece al cuadro familiar, en el que, además de su madre (poco agraciada por cierto) y sus hermanos, vemos un escuálido niño de mirada franca, perdido en los brazos de su padre quien, vestido con sus mejores galas, le muestra un libro abierto.

Vistos desde la perspectiva actual puede aventurarse que esos escuetos trazos -niño, padre y libros- adelantaban aspectos importantes del futuro del Marqués.

Porque en verdad físicamente, una vez adulto, apenas se diferenció del niño aquel. Quienes le conocieron le describen "de pequeña estatura, de piel morena, muy delgado, con pómulos pronunciados y ojos muy vivos".

Por otra parte la vinculación, admiración y adoración hacia su padre llegó a ser casi patológica. Tras su fallecimiento conservó su corazón en una vasija de plata, que mandó que, a su muerte, se pusiera en su propio féretro. También fue noticia destacada el sarcófago de bronce que hizo construir para la sepultura de su padre (3).

Por último el amor a los libros fue algo consustancial a la vida del Marqués, demostrado no sólo por sus estudios y los grados universitarios obtenidos, sino sobre todo por la famosa y fabulosa biblioteca a cuya formación dedicó gran parte de su tiempo y de sus caudales.

Si volvemos al cuadro y observamos el conjunto vemos que estamos ante una familia de ricos hacendados mejicanos. En ese ambiente de niño rico y mimado, se formó la personalidad de nuestro Marqués, quien muchas veces en su vida dejará constancia de su sentimiento de superioridad y de su condición de acaudalado.

En su testamento ha quedado una muestra de paternalismo y al mismo tiempo del bajo concepto en que a veces tenía de los inferiores. Al disponer el legado de una renta vitalicia, "por la mucha lealtad y cariño con que siempre me ha servido en América, en el camino y aqui", a favor de su criado Marcos Vazquez, natural de Tedepango (Mejico), prohibe expresamente su capitalización “porque la experiencia me ha demostrado que los descendientes de la raza americana son poco o nada previsores; al contrario son gastadores y nunca piensan en el futuro”.

En las reuniones que cada tarde solía tener con un pequeño grupo de amigos, única distracción habitual, para discutir en latín sobre temas literarios y filológicos, no soportaba opiniones en contra de las suyas. Acostumbrado a hablar "ex cátedra" y en la seguridad de tener la infalibilidad científica, nunca se daba por vencido.

Su fortuna la gestionaba personalmente, con todo detalle; anotaba todos los días los ingresos y gastos, y controlaba escrupulosamente las facturas. Barbieri cuenta que un día encontró en una nota de la lavandera un error de un céntimo en contra suya, por lo que la reprendió con dureza y la hizo devolverselo; pero seguidamente le dio una gratificación. Fue muy caritativo con los pobres, generoso con los amigos, y siempre estaba dispuesto a colaborar con su dinero en cualquier labor social o de interés general. Eso sí, nunca permitía que alguien se arrogara el mérito de alguna buena obra cuando había sido él el benefactor. A este respecto hubo un episodio muy ilustrativo.

En julio de 1862 se produjo un accidente durante la construcción de la casa del Marqués en la calle Fuencarral, muriendo dos obreros. El aparejador y constructor de la obra publicó en la prensa (4) un párrafo "manifestando ser él, y no el Marqués de Morante, quien abona los jornales a las viudas, compadecido de la desgracia de aquellas infelices ha tenido ese rasgo de generosidad". Ofendido el Marqués le obligó a enviar al periódico una carta rectificativa, que llega a ser humillante (5):

"Señores redactores de La Iberia: Justísimamente indignado el Marqués de Morante por la nota por mi publicada, porque atacaba su nunca desmentida honradez, su caridad y su delicadeza, debo declarar que yo soy el autor de dicho párrafo, que todo él es falso, y que sólo pude ponerlo en un momento de alucinación y vanidad. He pedido perdón al Marqués, y me lo otorgó al momento, con la expresa condición de reparar ante el público la ofensa que le hice"

El carácter del Marqués, malhumorado y susceptible, se agrió aun más con los años por su creciente sordera y su catarro crónico. Lejos de su madre y hermanas desde muy pequeño, careció de afectos familiares, con la salvedad de su devoción paterna. A la hora de hacer testamento dejó muy clara su desvinculación con cualquier familiar: "Excluyo y aparto expresamente a mis hermanos, a mis sobrinos carnales y a todos mis demás parientes, próximos y remotos, de consanguinidad y de afinidad, sin excepción alguna; porque no quiero que tengan ni aún la más ligera e insignificante intervención en mi persona y bienes”

La vida amorosa del Marqués está por descubrir. Probablemente no existió y se amó sólo a sí .mismo, sublimando la líbido con su amor a los libros. Murió soltero. Lo deja claro, de modo rotundo,, en su testamento: "Declaro que soy soltero y que no he tenido ni tengo compromiso alguno, ni celebrado esponsales de futuro, y por consiguiente carezco de descendencia legítima e ilegítima, sin que nadie pueda titularse hijo mio natural".

Las mujeres nunca formaron parte de su vida; jamás mostró interés por el bello sexo e incluso evitaba su presencia. A veces le asalta a uno la duda sobre su posible tendencia homosexual, a la vista de tan exacerbada misoginia, de la desmesurada fijación en la figura de su padre, y sobre todo al ver que los principales beneficiarios de su herencia son dos jóvenes sin vinculo familiar con él.

Barbieri, a quien también llama la atención su despegue de las mujeres, se pregunta si la explicación pudiera estar en algún sentimiento oculto o en algún fracaso en la juventud; pero deja sentado que el Marqués fue un buen seguidor de Epicuro. Su amigo Mesonero Romanos en la Epístola en romance (6) que dirige al Marqués, en contestación a la que él le envió en latín, le imagina divirtiéndose por Bilbao con alguna chavala bonita:

                    "Divierta tus pensamientos
                    el clásico chacolí,
                    o alguna escacha polita
                    de las que andan por ahí
                    con la trenza a la cintura
                    y la toca en lazos mil,
                    capaces por su prosodia
                   vasco-hispano-codorniz
                   de hacer perder los estribos
                   al que triunfó en San Quintín"

Cuando se produjo este cruce de cartas el Marqués estaba en el país vasco, de regreso de su segundo y último viaje a París. No era muy viajero, solo había estado antes en París y Londres en 1842, con motivo de su marcha a Méjico para la partición de la herencia de su padre. Su vida era muy ordenada y regular. Se levantaba antes de la salida del sol, paseaba poco y era raro encontrarle fuera de casa una vez entrada la noche. Nunca iba al teatro ni a ninguna diversión nocturna. A la tarde en reuniones de amigos se organizaban partidas de cartas. El Marques era muy bueno al tresillo y al revesino, y además la suerte solía acompañarle. Si acaso perdía, se enfadaba no por otra cosa que porque no podía admitir que su buena estrella se apagara  lo más mínimo.

Respecto a la alimentación era de gustos sencillos, bebía solo un poco de vino y jamas probaba licores ni tomaba café o té. Tampoco fumaba. Su forma de vestir era también sencilla y nunca se hubiera podido adivinar por su exterior ni su rango ni su riqueza.

El 26 de junio de 1868 sus restos fueron depositados junto a su padre en el sarcófago de bronce que en vida mandó construir, en la iglesia de Salarzón. Allí yace bajo la inscripción que su intimo amigo Victoriano Mariño redactó y que resume con elocuente sencillez la vida del difunto:

============ ==============================

(1).- Todavía el 20 de junio de 1919 podía leerse en el periódico El Sol la siguiente nota social: "Hoy se cumple el 51 aniversario del excelentísimo señor D. Joaquín Gómez de la Cortina, marqués de Morante. Todas las misas que se oelebren hoy en la parroquia de San Sebastián, en el altar de la Virgen de la Blanca, desde las nueve en adelante, serán aplicadas por el alma de dicho señor y por la de Don Adolfo Chabat, que falleció el 13 de diciembre de 1893 ".

(2).- Para esta aproximación personal ha sido de gran ayuda la "Notice biographique sur D.J. Gomez de la Cortina Marquis de Morante, ancien Recteur de l'Université de Madrid, Senateur du Royaume d'Espagne, par M. Fr. Asenjo Barbieri".-París.- Librairie de Firmin Didot Freres, Fils et C. -1879. - Tiene este resume biográfico el valor añadido de haber sido redactado por Barbieri con las informaciones directas de Victoriano Mariño, el mejor amigo del Marqués desde su juventud.

(3).- Hay una descripción detallada en la página 3, del periódico del partido liberal El Clamor Público, de 29 de agosto de 1855, con alabanzas para los artesanos Joaquín Dominguez, y Vidal, herrero y cerrajero, que fueron sus autores. Este Dominguez fue también el costructor de las puertas de la Universidad Central de la calle San Bernardo

(4).- "La Iberia", de 25 de septiembre de 1862, página 3.

(5),. "La Iberia", de 27 de septiembre de 1862, pag. 3

(6).- "Epístola en romance en contestación a otra en latín que me dirigió desde Bilbao mi buen amigo el excelentísimo señor don Joaquín Gómez de la Cortina, Marqués de Morante. Madrid 20 de agosto de 1848", dentro de "Tipos y caracteres: bocetos de cuadros de costumbres (1843 a 1862)" por El Curioso Parlante. Madrid. 1881.

No hay comentarios:

Publicar un comentario