domingo, 10 de febrero de 2013

Cuando los Borbones sabían Latín


Infante Gabriel de Borbón y Sajonia
El latín tiene mala prensa y no soy yo quien pueda remediarlo. Además ni lo intento. Doctas y letradas personalidades han clamado inutilmente ( y alguna todavía se atreve) en  defensa de su necesidad para una completa formación cultural. La mayoría dominante repite hoy lo que hace años dijo Solís, aquel saleroso ministro de Cabra (sonrojo de los que somos cordobeses) : "El latín ¿para qué?".

Por mi parte tuve la suerte de ser instruido en la hermosa lengua latina y ello me permite, ahora, poder leer a sus escritores clásicos. Lo tengo como mi principal pasatiempo, mejor que cualquier otro de los habituales, incluidos los sudokus. Es mi ejercicio mental preferido, con el que obtengo, además, momentos muy placenteros, por la belleza de los textos y por los recuerdos de viejos tiempos. Quien pueda, que lo pruebe.

¿O no es para emocionarse la lectura del poema, " V ad Lesbiam" de los "Carmina" de Catulo (1)? ¿Puede expresarse mejor la entrega inmediata e intensa al amor, ante la brevedad de la vida?

          Vivamus mea Lesbia, atque amemus,
          rumoresque senum seueriorum
          omnes unius aestimemus assis!
          soles occidere et redire possunt:
          nobis cum semel occidit breuis lux,
          nox est perpetua una dormienda.


          da mi basia mille, deinde centum,
          dein mille altera, dein secunda centum,
          deinde usque altera mille, deinde centum.
          dein, cum milia multa fecerimus,
          conturbabimus illa, ne sciamus,
          aut ne quis malus inuidere possit,
          cum tantum sciat esse basiorum.


Me voy a permitir hacer una muy libre traducción:

       Vivamos y amemos, Lesbia mía,
       y no demos ningún valor
       a los comentarios de los mayores;
       los soles se ocultan pero vuelven a salir,
       mas nosotros desaparecida la breve luz
       hemos de dormir una noche perpetua;
       dame mil besos, luego cien,
       después otros mil, y cien más,
       y otra vez mil, y otros cien;
       y tras habernos dado muchos miles
       los desordenaremos, para echarlos en el olvido
       y que ningún malintencionado pueda envidiarnos
       al conocer tal cantidad de besos.

¿A que es una muy bella canción de amor?



Para cambiar de estilo, entre verso y verso de Catulo, -todos, aun los más desvergonzados, llenos de lirismo-, he releído "La conjuración de Catilina" de Cayo Salustio Crispo. Con este motivo me he llevado una agradable sorpresa. He descubierto la existencia de una buena traducción de esta obra, editada en el siglo XVIII (2) y cuyo autor fue ¡ quien lo diría !, un Borbón, el Infante de España, Gabriel de Borbón y Sajonia . Se ve que eran otros tiempos.

Este Infante, hijo de Carlos III y, al parecer, su preferido, fue un fiel representante de la ilustración de su época (3). Tuvo una amplia formación cultural, merced en gran parte a haber tenido como preceptor al filólogo y jurista Francisco Pérez Bayer. La traducción de los escritos de Salustio, por los que merecidamente al Infante se le reconoce como un gran latinista, no hubiera sido posible sin las enseñanzas de su educador; es más , parece que tuvo una participación fundamental en la edición de esa traducción, aunque quiso que la gloria de este libro fuera para el infante, contribuyendo así a convertirle en personaje (4).

Salustio Medallón Colec. Infante
Se le considera también un gran mecenas. Su apoyo a la pintura dio lugar a  la extensa colección que lleva su nombre. Pero sobre todo fue un gran amante de la música, de la que disfrutaba en la Casita del Infante en San Lorenzo del Escorial, diseñada por Villanueva para que pudiera escucharla tanto en el interior como en el exterior; su relación con el Padre Soler (conocido como el Scarlatti español) no fue solo de apoyo; éste llegó incluso a componer algunas piezas para ser interpretadas, al clave, a dúo con el Infante.

Murió a los 36 años. Pero en su descendencia hay alguna curiosidad. Su nieto el Infante Don Sebastián dio bastante que hablar en el siglo XIX, y un nieto de éste Don Fernando de Borbón y Madán tuvo una hija, de su relación con Pastora Imperio, que fue la abuela de la actriz de nuestros días Pastora Vega. Hasta ahí ha ido a parar, según parece, la sangre de nuestro ilustrado Infante Don Gabriel.

Intuyo que me he desviado. Vuelvo a mis entretenimientos latinos y, como no hay mejor punto final que un epitafio, voy a terminar con algunos que me han gustado. Son del tipo de esos en que el difunto nos quiere dar un último mensaje. Helos:

"Dum vixi, bibi libenter. Bibite vos, qui vivitis". O sea, "mientras viví, bebí a tope. Vosotros los que vivís, bebed"

"Vixi quem ad modum volui, quare mortuus sum, nescio". Más o menos, "He vivido según mi voluntad, pero por qué estoy muerto, lo ignoro"

"Vale", o hasta otra


=================================================================(1).- Para el mejor conocimiento de este poeta recomiendo "Catuli Carmina. Textos, traducción y notas de Rosario Gonzalez Galicia", publicado por Babab, noviembre de 2001. Se descarga en http://www.babab.com/biblioteca/rosario_gonzalez.htm

(2).- Edición muy cuidada de Joaquin Ibarra, Madrid 1772. En la ficha del Catálogo de la biblioteca de la Universidad Complutense figuran como autores de la edición Francisco Pérez Bayer (1711/1794) y Gabriel de Borbón, Infante de España, (1752/1788). Sorprende que también figure como tal Manuela Negrete y Cepeda, Condesa de Campo Alange, pues nació cincuenta años después.

(3).- Véase el libro de Juan Martinez Cuesta, quien fue catalogador y conservador de los bienes histórico-artísticos del Patrimonio Nacional, "Don Gabriel de Borbón y Sajonia. Mecenas ilustrado en la España de Carlos III". Real Maestranza de Caballería de Ronda. Editorial Pre-Textos, 2003, 501 páginas.
Con la edición de este libro por la Maestranza de Caballería de Ronda esta institución presta un homenaje hacia quien fue el primer miembro de la familia real Hermano Mayor de la misma. Si bien no asistió personalmente a la corrida inaugural de su plaza de toros, que tuvo lugar el 19 de mayo de 1785 con actuación de los toreros Pedro Romero y Pepe Hillo, se dispuso un retrato del Infante en el palco presidencial, retrato que hoy día adorna la Galería de la Real Maestranza.

(4).- Esclarecedor a este respecto el escrito del 7 de febrero del Profesor Francisco García Jurado en http://lectoresaudaces.blogspot.com.es/, titulado "Elogio de los prólogos", dedicado especialmente al prólogo del libro sobre Salustio al que me he referido en la anterior nota 2.

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