miércoles, 8 de febrero de 2012

"Don Quijote de Alcalá de Henares" Apasionado libro de un cervantista libertario


Todas las mañanas, a la ida o al regreso de la churrería,  me gusta hacer una parada en Capitel, el santuario en que mi amigo Pepe Quijada ejerce de mercader de libros añejos y otras antigüedades. Mientras él me pone al tanto de las nuevas locales, si las hay, yo me entretengo en olisquear el aroma de las estanterías y en curiosear las últimas adquisiciones. Hace unos días me sorprendió al poner en mis manos un pequeño libro, de título llamativo y cuyo autor era simplemente un tal "Puyol" (así, no con jota sino con su "y"). Estuve saboreandolo largamente, pero con la timidez de quien acaricia algo ajeno, pues mi amigo se apresuró a advertirme que "lo tenía comprometido".

Estimulado mi apetito, busqué información y desde Barcelona me llegó un ejemplar aún intacto como recién salido de la imprenta, lo que supuso el placer añadido de, previamente, rasgar sus cerradas hojas deslizando suavemente mi plateado abrecartas.

Con sólo abrirlo se palpa la profunda admiración que su autor siente por Cervantes, a quien confiesa rendir culto -casi fetichismo- pues para él es "San Miguel de Cervantes Saavedra". En lo íntimo considera tan unidos al Quijote y a su autor que para él Don Quijote es Cervantes por dentro, “es Cervantes esotérico”. De ahí que, sin importarle la aparente paradoja, titule el libro “Don Quijote de Alcalá de Henares”, cuando exclusivamente va a hablarnos de Cervantes. El subtítulo  “Racimo cervantino” no deja lugar a dudas, pues el libro no es sino un conjunto de textos sostenidos por el eje común de Miguel de Cervantes.

Pero ¿Quién era ese tal Puyol, que no necesita para darse a conocer más que su simple apellido? Entre aquellos para quienes escribe es suficiente, es “el compañero Puyol”, “el viejo maestro”.

Este militante anarquista, cuyo nombre completo era José María Puyol Albeniz, había nacido en 1881 en Cascante (Navarra). Estudió en el Seminario de Tudela donde adquirió un caudal de conocimientos y un bagaje cultural,  base de su posterior desarrollo intelectual.
Se sabe que emigró a América y que estuvo bastantes años residiendo en Argentina y luego en Uruguay. La llegada de la República en 1931 le anima a regresar a España y desde Valencia inicia una gran actividad periodística en diversas publicaciones ( El Imparcial, El Liberal, El Heraldo de Aragón). Durante la guerra colaboró con la prensa libertaria y fue responsable del diario “Liberación “ de Alicante entre 1937 y 1939.

El 29 de marzo de 1939 es uno de los miles de españoles que logran subir en Alicante al buque “Stambrook” (1) y tras una complicada travesía desembarca en Orán. Como tantos exiliados españoles de esas fechas, disfrutó de la estancia en diversos campos de refugiados y de los continuos traslados, y también tuvo la satisfacción de fugarse de ellos. Siguió viviendo en Argelia durante varios años, primero en Argel y después en Boufarik. Allí, además de a sobrevivir, se dedicó a colaborar con el órgano del Movimiento Libertario en el Norte de África “Solidaridad Obrera” y a repartir sus saberes dando conferencias en Argel y Orán.

Tras pasar una larga temporada hospitalizado en Orán a causa de un accidente, se traslada a Francia. En 1947 colabora en "Inquietudes, Revista de las Juventudes Libertarias de Burdeos": Ese mismo año publica el libro que nos ocupa, y al año siguiente da a la imprenta el que sería su último libro " Guigul o el rodar de las almas". 

Reside por algún tiempo en la Colonia Aymare, memorable colectividad libertaria, que, sobre el respeto absoluto de unos principios utópicos tales como la libertad, la igualdad y la fraternidad, subsistió durante casi una decada, en una aldea llamada Aymare, de la región del Lot, en el suroeste francés, con el nombre de "Colonia de Enfermos y Mutilados de Aymare" (2). En 1959 ingresa en el asilo de ancianos Beau Sejour de Hyeres, en el que el 15 de septiembre de 1964 fallece. De acuerdo con su deseo fue enterrado religiosamente, pues nunca dejó de ser católico (3).

Pero volvamos al libro. La dedicatoria nos da pistas sobre el motivo de su publicación. Parece extraño que él, a quien le repateaba el afán de Cervantes por congraciarse con los poderosos mediante dedicatorias inmortales a quienes no las merecían, ofrende este libro, en este caso  "a Pedro Herrera  por su iniciativa de la placa a Cervantes y en prenda de amistad". Pero aquí no hay servilismo. Este antiguo ferroviario, anarquista, lector infatigable y gran amigo del arte, Consejero de Sanidad Pública en el gobierno de la Generalidad de Cataluña de diciembre de 1936 a abril de 1937, miembro destacado de la FAI y de Movimiento Libertario Español, exiliado en Francia, había sido deportado por el Gobierno de Vichy a Argelia. Allí, después de la liberación del Norte de África, colabora en "Solidaridad Obrera" y entabla una relación amistosa con nuestro Puyol. En la primavera de 1945, éste le embarca en la aventura de visitar la cueva de Cervantes en Argel y conmemorar así el aniversario de su muerte.(4)

El domingo 22 de abril de dicho año “cuatro libertarios, dos jóvenes, uno talludo y yo viejo”, en palabras del propio Puyol, visitan en Argel la cueva refugio en que Cervantes y unos pocos cautivos más esperaron, inútilmente, la llegada de la fragata que debía liberarlos. En el capítulo que titula “La cueva de Cervantes” da cuenta de esta excursión que él llama “jira de españolismo, de Cervantes”

"Descendemos del tranvía en la Grand Poste y nos encaminamos a la Avenida de Cervantes; el paraje, apenas urbano, dice de extramuros, de lejíos. Es un breñal bastante ingrato. Perteneció este terreno, así como el montículo en que se halla la cueva, al señor Gregory, español, alicantino, llegado hace luengos años. Como esto podía tener valor histórico, el alicantino cerró la espelunca con una cancela, construyó delante un jardincillo que protegió también con una verja, e hizo cesión graciosa de todo al Ayuntamiento de Argel"

Las puertas de hierro del recinto están cerradas. Se las saltan, como pueden. Contemplan  el sencillo monumento del jardín, un pequeño busto con la leyenda conmemorativa fechada en 1925; más al interior hay otro Cervantes menos adusto con su placa de 1894; a la derecha pequeña placa de 1905 en recuerdo del tercer centenario del Quuijote; y a su lado otra de bronce dedicada por marinos españoles en 1887 que es la más antigua, la primera.

Emocionados, deciden organizar en una fecha próxima una "jira colectiva de compañeros y compañeras, y, aún más, pues siendo el autor del Quijote de todos los españoles, refugiados y no refugiados, ver el modo de fijar en este mismo lugar una lápida dedicada por los libertarios de Argel". Puyol atribuye esta idea al “talludo”, es decir , a Pedro Herrera. Pero probablemente fue suya.

A tal fin emprenden una serie de actividades en honor a Cervantes, que culminarán el 18 de noviembre con la colocación de la lápida prometida. El libro informa de todas las actuaciones y de los textos a él dedicados hasta esa fecha, para rematar con el lamento por la ofensa que después veremos. El domingo 3 de junio realizan la primera jira colectiva, "jira de la promesa" la llamaron. Casi un centenar de libertarios se reunieron en el retirado rincón argelino donde Cervantes buscara refugio en su intento de fuga. El viejo maestro Puyol dirigió unas palabras. Su intervención se incluye en el libro bajo el titulo  "Cervantes en Argel".

Con un lenguaje en ocasiones erudito y mordaz en otras, lleno de humor en algunos momentos y doliente a veces, supo transmitir las miserias y desgracias de Cervantes, ese gran hombre que, utilizando sus palabras "naciera con mala estrella"; hizo notar que los asistentes eran quienes mejor podrían comprender su obra por encontrarse en las mismas condiciones que aquel estuvo.. "si no en el genio podemos equipararnos a Miguel de Cervantes en los pesares...¿No sabemos de cárceles, campos de concentración y hospitales? Y para más y más compenetrarnos con Cervantes ¿no estamos también en África y en Argel, en condiciones parecidas a las suyas?". Por último, prometiendo en nombre de todos ilustrar con una lápida ese rincón, calificó a este "humilde homenaje, salido del alma del Movimiento Libertario Español", como "la cosa más emotiva y españolista de las realizadas en el destierro"

A los quince días, el domingo 17 de junio, prosigue la tarea divulgadora. En el Orfeón Español de Argel da una conferencia "el viejo maestro Puyol", que, si bien en el opúsculo esta recogida con el título de "reportaje sobre el Caballero de la mala estrella", es realmente una amplia, bien documentada y, sobre todo, emotiva exposición de la vida y obra cervantina, con la que pretendía lograr de los asistentes "que aprendáis a amar a Cervantes, que sería hoy otro compañero, otro libertario" La prensa del lugar opinaba así sobre ella: "Variadísima, desconcertante por el lujo de detalles que vino a aportar, incluso a quienes se preciaban de cervantinos y conocedores de la vida y andanzas de nuestro Príncipe de los Ingenios, constituyó una de las conferencias literarias que con mayor placer pueden ser escuchadas"

Y por fin llegó el 18 de noviembre de aquel año 1945, el gran día, el señalado para la colocación de la placa que el Movimiento Libertario de África del Norte dedicaba a Don Miguel de Cerantes Saavedra. Se cumplía así la promesa hecha en aquella simpática jira del mes de abril a la Cueva de Cervantes.

Las dependencias del lugar aparecían adecentadas y hermoseadas por la Municipalidad de Argel. Asistieron al acto, en unión de los representantes del Prefecto y del Alcalde de Argel, destacados elementos del Partido Socialista Obrero Español y del Movimiento Libertario, así como bastantes miembros de la colonia española.

En primer lugar tomó la palabra José Pérez Burgos(5), quien hizo hincapié en que "el acto al que asistimos no tiene más ni otro carácter que el previamente anunciado: Homenaje que un grupo de españoles rinden al ingenioso hidalgo Don Miguel de Cervantes Saavedra, deseosos de perpetuar el recuerdo de su paso por el propio lugar donde, según creencias, buscó asilo con trece compañeros. Dar al mismo otro carácter distinto del que reviste, hubiera sido grave e imperdonable pecado; ni un sólo instante cruzó por nuestra mente la idea de una especulación grosera, atentatoria a la elevada espiritualidad de este homenaje".

Tras otras intervenciones, llegaron las sentidas palabras de Puyol, quien terminó diciendo. "Vamos a descubrir hoy la placa ayer prometida, a eso venimos esta mañana franceses y españoles, lamentando que el señor Gregory, compatriota nuestro y donador de este jardincillo, ya fallecido, no sea de la partida. Quisiera yo que esa placa dijese màs, que dijese mucho, que lo dijese todo. En esa inscripción hay algo que no está a la vista y he de señalarlo: las huellas de unos pies ensangrentados, los nuestros, y de unas almas que nada las abate, las nuestras. ¿Realizamos una cosa grande, una cosa a perpetuidad? Sospecho que sí, porque grande y perpétuo es el hombre en quien está inspirada."

El texto de la placa de mármol descubierta a continuación decía:
"Prometimos venir en peregrinación a este lugar a colocar esta placa en recuerdo del que fue peregrino, ingenio y hombre, Don Miguel de Cervantes Saavedra. Alger 18-11-1945 Libertarios españoles en destierro"

Pero la perpetuidad que esperaba Puyol para la placa se redujo a unos pocos meses.
A primeros de junio de 1946 "Solidaridad Obrera" publicaba un suelto titulado "¿Quién ha robado la placa de Cervantes?" En el mismo decía: "Nos personamos en la Cueva de Cervantes para cerciorarnos de lo que era ya vox populi, pero que, a pesar de todo, nos costaba creer. Y era cierto, rigurosamente cierto. Nuestra placa, dedicada a un hombre universal, a Cervantes, ha sido arrancada de la pared y robada. Siempre abrigamos este recelo, por nacer esta idea tan generosa de nosotros, y por muchas cosas más; y en efecto los enemigos de Cervantes, amén de los nuestros, han hecho de las suyas."

En un articulo de enigmático titulo "18 y 18 , 36",  nuestro Puyol se desahoga: "La placa no está donde los libertarios la pusimos porque han mandado robarla los que recibieron un bofetón con nuestra desinteresada ofrenda sin que tal cosa estuviera en nuestro ánimo; la reacción, los espías de Franco, la Anti-España, esos son los ladrones. Pero la satisfacción que sentimos los libertarios honrando a Cervantes ese 18 de noviembre, esa no pueden quitárnosla"

Y fue precisamente este deseo de dar perpetuidad a aquel gesto el que le empujó a publicar este "Don Quijote de Alcalá de Henares".


Lo dice muy claro : "Este librillo no vería la luz, como me he de morir, si los fascistas, que hay más que nunca pues como las chinches se reproducen, no hubiesen robado la placa dedicada a Cervantes y colocada en su Cueva por los libertarios de África del Norte el 18 de noviembre de 1945. Soy poco para escribir sobre Cervantes y mucho para sentirlo en mi fondo. Libertario cabal, eso hasta la pared de enfrente. Al Movimiento Libertario corresponde este lauro. y digo yo ¿Se ha de quedar sin placa Cervantes?.... De cualquier modo, este librillo con la constancia de lo hecho en Argel por nosotros, no, no lo roban. Y punto final"

José María Puyol Albéniz dejó de existir, como ya dije, en aquel asilo de ancianos de Hyeres, donde tantos refugiados españoles murieron. Sobre él solo ha quedado en la literatura histórica de aquellas fechas alguna breve reseña del siguiente tenor, más o menos: "En la lista de escritores y periodistas proletarios que han vivida pobremente y muerto oscuramente en el destierro debe figurar el gallego José María Puyol Albéniz autor de ensayos y novelas"(6)

De su libro, los pocos ejemplares que queden por el mundo estarán con toda probabilidad arrinconados, sin que nadie intente leerlos. Para mí constituyó una sorpresa lamentable que el ejemplar comprado a un librero de viejo, marcado con un sello que dice "Sindicato de la Construcción - CNT-FAI- Barcelona", estaba sin abrir, como recién puesto en el mercado. Parece que no interesaba ni a quienes debían ser sus partidarios.

Pero seamos optimistas. Algo, no obstante, siempre quedará.

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(1).-Sobre la odisea de este carguero, último barco en lograr salir del puerto de Alicante , con casi tres mil refugiados, hay suficiente información en la red. Muy ilustrativa es la carta que su capitán Archibald Dickson envió a primeros de abril de 1939 al editor del Sunday Dispatch; pude conseguirla en internet.

(2).- Para conocer en profundidad la historia de la Colonia Aymare es imprescindible la lectura del libro "La Colonia Aymare (1948/1954). Colectividad libertaria del exilio español en Francia" editado en 2007 por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, del que es autor Vicente Sanchez.

(3).-La mayor parte de los datos biográficos de Jose Maria Puyol se han obtenido del Dictionnaire International des Militants Anarchistes, que puede consultarse en http://militants-anarchistes.info/

(4).-Puede obtenerse más información sobre él accediendo a la página antes reseñada.

(5).-Pérez Burgos era entonces director de "Solidaridad Obrera" en Argel. A pesar de la diferencia de edad con Puyol, les unía gran amistad. Ambos habían coincidido en las redacciones de "Emancipación" en Almería y "Liberación " de Alicante, salieron de esta ciudad en el carguero Stanbrook y vivieron el esxilio norteafricano. Según el citado Dictionnaire des militants, Pérez Burgos fue un abogado, natural de Almería, que sacrificó su carrera por la CNT. Murió en Casablanca el 14 de julio de 1955 por la explosión de una bomba en la fábrica en que trabajaba.

(6).-Referenciado así, con el error añadido de considerarle gallego, por Vicente LLorens en "Estudios y ensayos sobre el exilio republicano de 1939" - Biblioteca del Exilio. 2006- 

1 comentario:

  1. Interesantísima reseña. Conocí el libro por otro autor: Emilio Sola y su libro Cervantes libertario. Luego encontré su interesante blog. Hace pocos días he conseguido un ejemplar de Don Quijote de Alcalá, para el rincón cervantino de mi bilioteca. Aprovecho para invitarle a mi blog: https://almacigadeolvidos.blogspot.com/

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